viernes, 7 de noviembre de 2014

La Universidad como entorno saludable




 
Tras la publicación de algunas entradas sobre bienestar en estudiantes, creo que se hace necesaria una que enmarque estas iniciativas en un contexto más general. Por eso os hoy traigo información sobre la Red de Universidades Saludables

Los Centros Universitarios, además de ser motor de investigación y formación de los profesionales del futuro, son entornos vivos donde interactúan factores ambientales, organizativos y personales que afectan a la salud y al bienestar. Para considerarse saludable, una Universidad debe adquirir un compromiso global de cara a la salud y desarrollar su potencial como agente promotor de la salud, el bienestar y la calidad de vida de quienes en ella estudian y trabajan.
Una Universidad Saludable ha de ser un entorno que proteja y favorezca la salud, promoviendo conocimientos y habilidades orientados a que los estudiantes y trabajadores adquieran estilos de vida saludables, proporcionando las infraestructuras y espacios necesarios, y favoreciendo la socialización y las actividades de ocio saludables.
En España se ha formado la REUS (Red de Universidades Saludables) que agrupa un conjunto de Instituciones comprometidas con la promoción de la salud en el entorno universitario. Sus bases se establecen en 1986, en base a la Carta de Ottawa para la Promoción de la Salud (ver mas),  la cual establecía como una de las cinco áreas de acción prioritarias para promocionar la salud “la creación de entornos que apoyen la salud”. Los entornos o escenarios son definidos como aquellos lugares y contextos sociales donde las personas desarrollan actividades diarias y en el cual interactúan factores ambientales, organizativos y personales que afectan la salud y el bienestar de los que viven, trabajan, aprenden,...en él.

La REUS es una iniciativa a favor de la salud en la que actualmente participan Universidades de toda España, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y algunas Estructuras Autonómicas de Salud Pública. Esta red se constituyó el 22 de Septiembre de 2008 con el objetivo de reforzar el papel de las Universidades como entidades promotoras de la salud y el bienestar de sus estudiantes, su personal, y de la sociedad en su conjunto, liderando y apoyando procesos de cambio social. Se puede obtener el documento de principio y objetivos de la REUS aqui.  

Desde las universidades, las propuestas dirigidas a la promoción de la salud en la comunidad universitaria pueden ser diversas. Una de las acciones más interesantes por las implicaciones que tiene en la promoción de la calidad de la enseñanza es la que se dirige a fomentar el bienestar psicosocial de los profesores y estudiantes. Partiendo de la idea de que el bienestar afecta al desempeño, la optimización de las condiciones laborales de los profesores y las de aprendizaje de los estudiantes, darían lugar a niveles de bienestar más elevados, lo que favorecería el rendimiento.

Sin embargo, las intervenciones en materia psicosocial, han de realizarse sobre indicadores específicos en cada contexto. Por ello es fundamental llevar a cabo un análisis y evaluación de los mismos.Desde el equipo WoNT de la Universitat Jaume I de Castellón, se han desarrollado metodologías de evaluación psicosocial adaptadas a contextos universitarios, tanto para profesores como estudiantes. La aplicación de dichas metodologías ofrece la identificación tanto de niveles de bienestar-malestar, como de sus antecedentes. De esta manera, las intervenciones posteriores se implementan sobre datos concretos y se garantiza su eficacia

viernes, 24 de octubre de 2014

El bienestar de los estudiantes, un nuevo reto de la universidad actual





La entrada en la universidad supone un cambio importante en la vida de los jóvenes. La adecuada adaptación al nuevo ambiente físico, social y académico, es un reto que se debe afrontar con esfuerzo y que a veces no se supera con éxito. El campus universitario es soñado como un lugar idílico, donde los padres tienen restringida la entrada. Es un paraíso de libertad, que en ocasiones se convierte en un ambiente hostil donde los estudiantes se ven desorientados y superados por las nuevas demandas. A las novedades arquitectónicas de diferentes edificios, aulas y lugares de ocio, hay que añadir nuevas formas de aprendizaje y la autonomía en la gestión del tiempo.
Las universidades, sensibles a este hecho, están llevando a cabo intensas campañas informativas, programas de acogida, acciones de tutorización de estudiantes noveles y otras fórmulas dirigidas a facilitar la adaptación de los nuevos estudiantes. Pero esta inquietud e interés en el bienestar de los estudiantes, no debe cesar cuando éstos se encuentran el pleno proceso formativo, sino que debe conservarse e intensificarse a lo largo de todo el periodo universitario. En cada etapa, los estudiantes encuentran nuevas demandas y tienen necesidades diferentes. El asesoramiento y la atención requerida, continúa hasta finalizar los estudios completándose con la preparación para la inserción profesional.
Este interés en el bienestar de los estudiantes y la necesidad de potenciar y facilitar el desarrollo pleno de todas sus capacidades, es uno de los principios del Modelo Educativo de la Universitat Jaume I y desde WoNT, venimos desarrollando proyectos de investigación en esta línea desde hace más de diez años. La primera propuesta de investigación en este sentido, se llevó a cabo en el año 1998 a cargo de las profesoras Marisa Salanova e Isabel Martínez y se centró en el estudio del estrés de los estudiantes universitarios: ¿Los estudiantes también se estresan?... la cuestión provocaba asombro, hace quince años el estrés era un tema relativo al trabajo y apenas pensable en contextos educativos. Pero la respuesta era “SI”, los estudiantes se estresan y manifiestan niveles de burnout, que en ciertas situaciones y bajo determinadas condiciones, impiden el buen desempeño y además producen malestar.
Se analizó la incidencia del burnout (agotamiento, cinismo y falta de eficacia en los estudios) en estudiantes señalando algunas variables sociodemográficas relacionadas. Por ejemplo, los niveles de burnout aumentan con el tiempo obteniendo los estudiantes de cursos superiores mayores puntuaciones. También se detectaron niveles más elevados en algunas facultades respecto de otras.  Esto llevó a nuevas cuestiones: ¿Cuáles son los antecedentes del burnout?... ¿Cuáles son sus predictores? Paralelamente, se advirtió que la consideración de aspectos negativos únicamente no aportaba una imagen completa, por lo que se amplió el foco de estudio a aspectos relativos al bienestar, con lo que el engagement y la satisfacción cobraron protagonismo en la investigación.  A su vez, otras universidades europeas como la Universidad de Lisboa (Portugal) y la Universidad de Utrecht (Holanda) participaron en el estudio lo que permitió llevar a cabo comparaciones.  Esta segunda línea de investigación aportó interesantes resultados. Entre los antecedentes del bienestar se identificaron obstáculos y facilitadores del burnout y el engagement que además se relacionaron con el desempeño. En base a esto la Universidad implementó mejoras, siempre que fue posible.
Actualmente WoNT se ve ante un nuevo reto en relación al bienestar de los estudiantes universitarios.  Cuando nos parecía que teníamos todas las respuestas, cambiaron las preguntas. No se trata sólo de conocer los antecedentes de la realidad o las causas del malestar, nos preocupa cómo mejorarlo, optimizarlo y favorecer su pleno desarrollo. La cuestión es ¿Cómo facilitar y desarrollar plenamente las potencialidades de los estudiantes?  ¿Cómo actuar para lograr niveles óptimos de bienestar y resultados académicos excelentes? Esto supone  varias vías de análisis. Por un lado conocer cómo se enfrentan los estudiantes a las situaciones conflictivas y problemáticas, lo cual nos pondría en la pista para conocer cuáles son las estrategias de afrontamiento más productivas y eficaces. Por otro lado, junto con el análisis de estas estrategias, analizar los recursos organizacionales y personales que los estudiantes pueden utilizar. En este sentido, y teniendo en cuenta que estos recursos se pueden proporcionar por parte de la universidad (recursos organizacionales) o desarrollar en los estudiantes (autoeficacia, resiliencia, etc.), estaríamos en situación de proponer medidas de intervención para optimizarlos.  Por último, considerando el efecto de variables sociodemográficas y contextuales como el género, el curso académico, la titulación, etc. obtendremos propuestas más ajustadas a las diferentes situaciones de cada grupo de estudiantes y por lo tanto aumentaremos las oportunidades de intervenir acertadamente.
El bienestar de los estudiantes es un objetivo que la universidad debe proponerse como meta, ya que cada vez más se considera un indicador de calidad de la docencia y desde luego, es un factor importante en el proceso enseñanza-aprendizaje. Este es el mensaje que debemos transmitir si nos dirigimos hacia una Universidad Saludable.


Referencias
Martínez, I.M. y Marques-Pinto, A. (2005). Burnout en estudiantes universitarios de España y Portugal y su relación con variables académicas. Aletheia. Revista de Psicologia da Ulbra, 21, 21-30
Martínez, I.M., Marques Pinto, A.; Salanova, M. y Lopes da Silva, A. (2001). Burnout en estudiantes universitarios de España y Portugal. Un estudio croscultural. Ansiedad y Estrés, 8, 1, 13-23.
Martínez, I.M., Meneghel, I., y Salaova, M. (2014). Academic resilience scale: A contruct validity approach in Spanish universty students. Poster presentation at 11th European Association of Occupational Health Pscyhology Conference, London, UK.
Martínez, I.M. y Salanova, M. (2001).  Burnout y engagement en estudiantes de la Universitat Jaume I. En : J.F. García Bacete y M.A. Fortea (Coord.) Docència Universitària: Avanços Recents. Publicacions de la Universitat Jaume I. pp 183-190.
Martínez, I.M. y Salanova, M. (2003). Niveles de burnout y engagement en estudiantes universitarios. Relación con el desempeño y desarrollo profesional. Revista de Educación, 330, 361-384.  
Meneghel, I., Martínez, I.M., Salanova, M., y De Witte, H. (2014). Estrategias de coping y resiliencia como antecedentes de la satisfacción y el desempeño. II Congreso Nacional de Psicología Positiva, Oropesa del Mar,
Salanova, M., Martínez, I.M., Bresó, E., Llorens, S. y Grau, R. (2005). Bienestar psicológico en estudiantes universitarios: facilitadores y obstáculos del desempeño académico. Anales de Psicología, 21 (1): 170-180
Schaufeli, W.B., Martínez, I.M., Pinto, A., Salanova, M. y Bakker, A.B. (2002). Burnout and engagement in university students: a cross-national study.  Journal of Cross-Cultural Psychology, 33, 5, 464-481
Sánchez-Cardona, I., Martínez, I.M. y Meneghel, I. (2014). Orientación al aprendizaje y autoeficacia para promover la resiliencia en estudiantes. II Congreso Nacional de Psicología Positiva, Oropesa del Mar.

jueves, 6 de marzo de 2014

Tengo trabajo, busco empleo






La destrucción de empleo ocasionada por la crisis y el aumento del número desempleados, es un problema preocupante en la sociedad occidental. A ambos lados del Atlántico los gobiernos e instituciones responsables, se afanan en analizar las causas y proponer medidas correctoras para paliar la situación. Es urgente atender a las familias que de repente dejan de tener ingresos económicos y para ello se articulan subsidios de desempleo. Pero más allá de las cuestiones económicas quedan otros aspectos psicosociales, en ocasiones poco considerados.  No en vano la OMS ha emitido un reciente informe acerca de las consecuencias negativas que a medio y largo plazo, puede tener el desempleo.
Gracias al trabajo remunerado las personas pueden obtener recursos que les permiten satisfacer sus necesidades. Adicionalmente, el trabajo es una fuente de autoestima y realización, que permite desarrollar capacidades y potencialidades. En este sentido, ofrece oportunidades para adquirir nuevos conocimientos y habilidades. Proporciona identidad y estatus social mediante el reconocimiento y respeto de los demás. Además de favorecer las relaciones interpersonales que enriquecen otros ámbitos de la vida. Por otro lado, la persona, como ser social, siente que contribuye al desarrollo social mediante su trabajo. Por último, el trabajo tiene una función organizativa de las experiencias personales. Estructura los ciclos temporales (días, semanas, etc.), proporcionando un marco de referencia útil para las personas. Por eso, el parado puede encontrarse desorientado, no logra llenar su día a día con actividades significativas y al final de la jornada le embarga el desasosiego y la intranquilidad de “no haber hecho nada”.
En muchos casos, el parado tras perder su empleo sigue trabajando y se ocupa de las tareas domésticas, acompaña a los niños al colegio, o cualquier otra actividad que en momentos de pleno empleo hacen profesionales especializados. Así, cuando una persona queda en el paro, su empleada doméstica, la persona que cuidaba a sus hijos, la que cuidaba a sus ancianos, etc., también quedan en el paro. El parado pasa a ser un trabajador no remunerado, con trabajo pero sin empleo. Y además, debe preocuparse de buscarlo.
La máxima de los especialistas en búsqueda de empleo proclama: “Buscar empleo es un trabajo que requiere dedicación a tiempo completo” poniendo de manifiesto las dificultades del proceso y la previsible dedicación que se espera de la persona que inicia el proceso de búsqueda.  La investigación llevada a cabo desde la Psicología Social, por su parte, ha puesto de manifiesto la importancia de considerar a una serie de factores internos o constructos motivacionales que se relacionan con comportamientos dirigidos hacia la búsqueda de empleo y con las probabilidades de encontrarlo.  Entre estos factores destaca la autoeficacia que hace referencia a la creencia que la persona tiene en su propia capacidad para afrontar una determinada situación (Bandura, 1977). La autoeficacia ha sido relacionada con numerosos aspectos del trabajo (Martínez, 2004; Martínez y Salanova, 2006) y en la última década, también con la búsqueda de empleo.
La autoeficacia afecta a lo que hacemos, pensamos y sentimos en varios sentidos. En primer lugar mediante la “elección de conductas”. Se tiende a evitar aquellas tareas o situaciones que creemos exceden nuestras capacidades y desarrollamos aquellas otras que somos capaces de dominar. Las personas que se perciben autoeficaces en más áreas profesionales se lanzarán a búsquedas de empleo más extensas y facilitando el éxito de la búsqueda. En segundo lugar, la autoeficacia determina la cantidad de “esfuerzo” empleado para enfrentarse a los obstáculos y la cantidad de tiempo o “persistencia” en tratar de lograr algo. Por esta razón, las personas más autoeficaces persisten más en sus tareas de búsqueda y no abandonan fácilmente. Este comportamiento es uno de los factores de éxito en la búsqueda de empleo. Bajos niveles de eficacia llevan asociados abandonos tempranos, mientras que niveles elevados suponen perseverancia. En tercer lugar, la autoeficacia afecta a nuestros “pensamientos y sentimientos” de manera que los que se consideran poco eficaces para la búsqueda de empleo, tienden a exagerar la magnitud de sus deficiencias y de las dificultades potenciales que la búsqueda les depara. Mientras que los que se perciben eficaces, centran sus esfuerzos en las demandas que puedan plantearles la búsqueda.
Desde este planteamiento, en el proceso de búsqueda de empleo, tan importante es la formación en competencias profesionales, como el desarrollo de niveles óptimos de autoeficacia. Sin embargo, las propuestas que desde los estamentos responsables se están proponiendo para favorecer la reinserción de los desempleados, no consideran estos aspectos. Ante esta situación nos queda preguntarnos ¿desde la investigación no hemos sido capaces de llamar la atención de los responsables políticos sobre la importancia de considerar estas cuestiones? … no, esta no es la cuestión. Los orientadores profesionales son conocedores de estos temas y los aplican a la perfección. Sin embargo, también a ellos les ha afectado el desempleo y el número de orientadores profesionales competentes para asesorar en el proceso de búsqueda de empleo, es cada vez más escaso en los últimos años. También gran parte de ellos han pasado a engrosas las cifras de parados con trabajo pero sin empleo.

jueves, 27 de febrero de 2014

El equipo WoNT presenta sus aportaciones prácticas para una gestión positiva

Marisa Salanova, Isabel M. Martínez y Susana Llorens, del Equip WoNT de la Universitat Jaume I (UJI) de Castellón, han presentado una síntesis de sus principales aportaciones prácticas para una mirada científica más “positiva” en la gestión de la salud laboral y las organizaciones en tiempos de crisis. En un artículo publicado en Papeles del Psicólogo, resumen sus metodologías RED y HERO.

 



En el artículo Una mirada más “positiva” a la salud ocupacional desde la psicología organizacional positiva en tiempos de crisis: aportaciones desde el equipo de investigación WoNT, las tres autoras presentan su metodología RED (Recursos-Experiencias-Demandas) para la evaluación de riesgos y daños psicosociales, y estados empocionales positivos.
Además, explican otra metodología desarrollada por su equipo basada en la psicología organizacional positiva, HERO (Healthy & Resilient Organizations), que apuesta por la evaluación e intervención como una estrategia para ofrecer resultados más cercanos a la realidad laboral y social de la crisis.
Las autoras presentan las siguientes conclusiones sobre la metodología RED: permite la evaluación de factores psicosociales, la prevención de riesgos, la corrección de daños y la promoción de la salud. Además, “los estudios dan evidencia a favor de la robustez de la metodoligía en diferentes sectores y culturas”. Finalmente, esta metodología permite abordar aspectos positivos de la experiencia laboral como el engagement y el flow.
El modelo HERO, por su parte, se enmarca en un concepto de organización positiva “que florece en tiempos de crisis y cambios como los actuales”, ha sido validado, puede medirse con un análisis multinivel y finalmente puede también potenciarse con “estrategias organizacionales que favorezcan los niveles de positividad de empleados y equipos”.