lunes, 25 de julio de 2011

El test de Turing (hablar con las máquinas)



Con la expansión de las tecnologías de la información y la comunicación, nos comunicamos mediante mensajes de texto con una frecuencia impensable hace veinte años. Mensajes más o menos extensos, según se utilice un blog, un chat, Facebook o Twitter, pero con algo en común, no tenemos contacto personal con la persona que interactúa con nosotros. La comunicación es real porque hay transmisión de información en ambos sentidos, existe feedback entre las personas que participan en el proceso. Sin embargo, ¿os planeáis la posibilidad de que al otro lado de la red no haya personas sino máquinas que contestan de forma coherente y racional a nuestros mensajes?.... Un bot conversacional es un software capaz de mantener una conversación básica, sin mucha complejidad. Pero en ocasiones resultan más coherentes que las de algunos humanos tuiteando. Con lo cual, las herramientas existen, es sólo cuestión de perfeccionarlas.
Esto mismo se planteó Alan Turing durante la Segunda Guerra Mundial, mientras trabajaba para las tropas aliadas descifrando mensajes de los alemanes. Alan Turing (1912-1954) fue un matemático especialista en lógica y criptografía, cuyo nombre ha trascendido el ámbito académico gracias a su universalmente famosa “Prueba de Turing”, que intenta determinar si una maquina es capaz de pensar, o no. Fue expuesto en 1950 en la revista Mind y sigue siendo uno de los mejores métodos para los defensores de la Inteligencia Artificial. Cada cierto tiempo programas informáticos intentan superar esta prueba y demostrar que pueden hacerse pasar por humanos.
El Test de Turing se fundamenta en la hipótesis positivista de que, si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe ser inteligente. Para superar la prueba de Turing, una máquina debe ser capaz de engañar a un juez que intercambia mensajes de texto con ella. Mediante una interfaz similar a la de un programa de mensajería instantánea, el software que se está sometiendo al examen debe llevar adelante una conversación sobre cualquier tema que su interlocutor humano elija. Sus respuestas deben ser lo suficientemente realistas como para que el juez sea incapaz de distinguir si está “conversando” con un humano o con una inteligencia artificial. Si esto ocurre, y las respuestas son indistinguibles, se dice que el software ha superado la prueba de Turing y que puede "pensar".
En 1990 se inició un concurso, el Premio Loebner, una competencia de carácter anual entre programas de ordenador que sigue el estándar establecido en la prueba de Turing. Un juez humano se enfrenta a dos pantallas de ordenador, una de ellas que se encuentra bajo el control de un ordenador, y la otra bajo el control de un humano. El juez plantea preguntas a las dos pantallas y recibe respuestas. Si ambos jugadores (humano y máquina) son suficientemente hábiles, el juez no podrá distinguir quien es el humano y quien la máquina. El premio está dotado con 100.000 dólares estadounidenses para el programa que pase el test, y un premio de consolación para el mejor programa anual. Hasta el día de hoy, no ha sido otorgado el premio principal, el test de Turing sigue invicto.
Más información sobre el test de Turing en la Stanford Encyclopedia of Philosophy http://plato.stanford.edu/entries/turing-test/