miércoles, 16 de diciembre de 2009

Conferencia de Presidentes Autonómicos y la Celda 211


La reciente Conferencia de Presidentes Autonómicos y el fracaso total de la misma, nos proporciona un motivo actual para revisar algunos de los supuestos de Psicología de los Grupos, que tantas veces pasan inadvertidos en la práctica diaria. Cualquier estudiante de Psicología conoce las premisas del éxito en la negociación y los indicadores de eficacia en las reuniones. En la citada Conferencia, ni unas ni otras se tuvieron en cuenta, dando lugar a ciertos efectos negativos.
Además de reunirse 19 presidentes autonómicos en torno a una mesa servida de suculentos manjares y hacerse la foto de rigor, el objetivo de la reunión, era: “adoptar medidas para afrontar la crisis económica actual”. Sin embargo, los comentarios de la prensa dejan bien claro que este objetivo no se logró. Un análisis rápido de la información periodística pone de manifiesto que la información sobre el contenido de la sesión, no se había distribuido con suficiente antelación (premisa básica para el éxito de una reunión) con lo cual, no se pudieron estudiar las diferentes propuestas de los grupos políticos y hacer contrapropuestas. La documentación se entregó con tanta premura que no se pudo hacer una valoración de la misma y se llegó a la reunión sin conocimiento previo. Por otro lado, en opinión de la prensa, el PP afrontó la reunión con una actitud rígida e inamovible respecto a sus propuestas (premisa poco adecuada en un proceso de negociación). Un estudio detallado de la situación aportaría más comportamientos inadecuados en torno a este suceso, pero con estos es suficiente para explicar el resultado negativo de la negociación y el mal clima político y social, resultante tras el fracaso.
Haciendo una rara conexión respecto al tema de los procesos de negociación, me viene a la mente la película titulada La Celda 211. Basada en la novela de Francisco Pérez Gandul, cuenta la historia de un funcionario de prisiones que comienza a trabajar en una cárcel el mismo día que se produce un motín de presos. Vaya por delante el dato de que es una de las mejores películas españolas que he visto últimamente. Transcurre en un ambiente tenso y complejo con un ritmo mantenido durante toda la película. La credibilidad que imprimen los personajes genera inquietud y desasosiego. Los gestos y el tono de voz de Malamadre (Luis Tosar) le retratan como un canalla despiadado, pero al mismo tiempo generoso y comprensivo. Paradojas del ser humano. Pero volviendo a nuestro tema, un aspecto central en esta película es la negociación. Tres negociadores distintos intervienen para dar fin al motín y el análisis del rol que desempeñan es muy interesante. No estaría bien desvelar el resultado de la negociación, aunque con ello no se maltrataría el final de la película, pero es mejor que la veáis y hagáis el análisis por vosotros mismos.